Si bien muchas mujeres podemos contar con herramientas para enfrentar estas situaciones porque nos negamos a aceptar esa situación y nuestros recursos nos lo permiten (tenemos entrenada la capacidad de decir no y la asertividad, tenemos una situación lo suficientemente estable como para no sufrir represalias en nuestro entorno laboral o cambiar de empleo si lo hacemos) y podemos hacer labor de pedagogía con aquellos que nos piden estas tareas que se asocian a lo femenino aunque no formen parte de nuestro trabajo, las mujeres no tenemos el deber de educar a quienes si lo piensan y esto supone una carga añadida a lo que de por si ya es un trato desigual y de nuevo, una carga de cuidados no remunerada que se impone a las mujeres. Creo que la respuesta no debería recaer en que pueden hacer las mujeres sino en que podemos hacer todas y todos para cambiar esas situaciones, y eso pasa por la coeducación y la tolerancia cero hacia esas actitudes.